sábado, 20 de junio de 2009

Pequeña existencia

Todavía hace un par de años, pensaba que el optimismo y la sonrisa constante, eran un signo inequívoco de la falta de razonamiento y sensibilidad, una solución fácil a los sentimientos de impotencia e ira. Estaba equivocada.

Nada más fácil que buscar a la persona que ya no nos ama, sumirnos en la depresión pensando en lo mal que actuamos. Nada más fácil que enojarnos y gritar, golpear, porque las cosas no salieron como esperábamos. Nada más fácil que dejarnos llevar, que sumergirnos en el mercado de la depresión, después de todo hay música, películas, libros, todo con el tópico seleccionado para seguir en el llanto, para vestirnos de tristeza. Por supuesto también existen los productos para aquellos que deciden salir adelante, subir la autoestima, convertirse en personas de calidad, aunque sólo sean propuestas con soluciones momentáneas. Por el contrario, aquellos cuyas propuestas son la disciplina y la constancia, no parecen formar parte de los stantes en las tiendas, porque requieren un esfuerzo verdadero, una gran fortaleza. Porque sus principios radican en la humildad, en la aceptación de nuestra pequeña existencia, y es este sentimiento el que podría llevarnos en algún momento, a la verdadera paz. Y como piezas de dominó que van callendo una a una, posterior al sentimiento de paz habrá de llegar esa sonrisa que no es sino el amor compartido hacia los otros, sin búsquedas inútiles, sin expectativas… es el amor que se da porque no se tiene otra cosa para dar.

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