
Alguien despertó a Marcela. Ella aún con las imágenes del sueño, escuchó “oye, ¿no sabes dónde está la hilera amarilla?”, apenas alcanzó a negar con la cabeza cuando el busca-hileras amarillas ya había salido de la habitación dejando a la chica sorprendida por la intromisión, entendiendo apenas esa realidad irreal.
Esta escena me persiguió durante semanas, me pareció una de esas pequeñas historias graciosas que la vida te cuenta. Me gustaba invertirla, entender la sensación del que despierta, imaginar que caminaba por la calle tranquilamente un día cualquiera mirando a las personas que transitaban cerca y derepente alguien aparecía a mi lado y preguntaba “oye, no sabes dónde está la hilera amarilla?”… indudablemente me pareció mejor en este escenario: Tenía siete años, corría alrededor de una piscina, reía, reía con carcajadas rotas que se escuchaban brillantes como una lluvia de cristales. Tropezaba, caía en el agua y podía ver la superficie, sentir la asfixie, desesperar horrorizada, escuchar de repente a alguien a mi lado preguntando “oye, ¿no sabes dónde está la hilera amarilla?”.
Es cierto, si yo fuera el que despierta me cuestionaría respecto de la realidad, es el sueño esa cera donde caminaba, es la piscina o es alguien preguntando sobre una hilera amarilla…¿qué es más irreal?
Fue una noche, no podía dormir así que me puse a remendar una blusa amarilla, había una hilera en alguna parte, yo lo sabía, la busqué y no logré hallarla, así que, pasada la media noche fui a la habitación de mi hermana y al salir, después de ver su rostro confundido quise regresar para decirle, esto es parte de tu sueño.
Esta escena me persiguió durante semanas, me pareció una de esas pequeñas historias graciosas que la vida te cuenta. Me gustaba invertirla, entender la sensación del que despierta, imaginar que caminaba por la calle tranquilamente un día cualquiera mirando a las personas que transitaban cerca y derepente alguien aparecía a mi lado y preguntaba “oye, no sabes dónde está la hilera amarilla?”… indudablemente me pareció mejor en este escenario: Tenía siete años, corría alrededor de una piscina, reía, reía con carcajadas rotas que se escuchaban brillantes como una lluvia de cristales. Tropezaba, caía en el agua y podía ver la superficie, sentir la asfixie, desesperar horrorizada, escuchar de repente a alguien a mi lado preguntando “oye, ¿no sabes dónde está la hilera amarilla?”.
Es cierto, si yo fuera el que despierta me cuestionaría respecto de la realidad, es el sueño esa cera donde caminaba, es la piscina o es alguien preguntando sobre una hilera amarilla…¿qué es más irreal?
Fue una noche, no podía dormir así que me puse a remendar una blusa amarilla, había una hilera en alguna parte, yo lo sabía, la busqué y no logré hallarla, así que, pasada la media noche fui a la habitación de mi hermana y al salir, después de ver su rostro confundido quise regresar para decirle, esto es parte de tu sueño.
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